Cometas

Corro sobre el pasto verde, junto al canto del agua, con el aire en rostro, escapando… Intentando. Siento tu brisa que juega a ser calma, pero no sé si podré volar de nuevo.

Me muero de miedo, los duelos se aferran esparciendo las dudas. A pesar de todo, sigo buscando, intentando arreglar lo que se ha roto.

Descifrarme ha sido más complicado que expresarme; a mil pensamientos por segundo, mis fuerzas reclaman las horas robadas de sueño, exijo silencio a las voces escondidas en el alma, quiero olvidar las sonrisas fingidas y los abrazos forzados, y la sensación que me recorre cada que alguien dice conocerme, pero prefiero quedarme callada.

Soy un visitante de este mundo y, esta atmósfera, en unos momentos trae superpoderes y en otros cuesta respirar, como si jamás pudiera pertenecer.

Pero vamos, hemos creado la cometa. Salimos al campo esperando que llegue la corriente correcta que la haga volar y, aunque nos tiemblen las manos, cerramos los ojos y la imaginamos surcando los cielos, rompiendo los hilos, escapando de nuevo, al espacio, entre los planetas, entre las estrellas, libre. Completa.

Y si no es hoy, mantendremos la esperanza.

Poco a poco

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La vida cambia por completo en un segundo. De un momento a otro todo lo que creemos, sabemos y tenemos puede colapsar, sin importar nuestra convicción. Yo solía pensar que la vida era hermosa, y que era cuestión de buscarle el ángulo para verla así. Es fácil creer eso hasta que la vida de verdad duele, hasta que no te deja respirar, ni pensar, llorar, caer o avanzar.

Es complicado siquiera pensar en compartirlo. Este último tiempo estuve mal. Sentí lo que jamás imaginé y deje de sentir lo que siempre pensé que era parte de mi.

El año pasado ocurrió algo que lo cambió todo, que destruyó cada una de las ideas románticas, baratas y tremendamente ilusas que tenía. En tres días, parte de mí cambió, se perdió por completo, se quebró como si fuera del cristal más frágil, como si yo fuera del cristal más frágil.

¿Después? Después de eso el tiempo se convirtió en una plasta insignificante e irreconocible, contrario a lo que fueron aquellos 3 días, que puedo describir y revivir por segundos. Fue caer en el hoyo más oscuro y más profundo de lo que jamás pensé que podría caer. Cada sentimiento parecía ser el equivocado, cada uno parecía querer torturarme, reír me parecía doloroso, inapropiado, vano y terriblemente falso. Llorar era inútil. Pretender que no pasaba nada era absurdo, porque estaba pasando todo y no podía ocultarlo. Sentí ira, como nunca la había sentido. Jamás había palpitado en mi pecho, en mi cuerpo entero un odio tan enorme, a decir verdad, creo que nunca había odiado.

“La vida es horrible”, era un pensamiento recurrente en mi cabeza, ¿el tono? Dependía del día o hasta de la hora. En ocasiones estaba rodeada de sollozos, otras, era una voz desgarrada, muerta de miedo, alterada, cansada, perdida. Aún la escucho esporádicamente, pero ahora la voz siempre suena resignada.

Simplemente dejé de reconocerme, porque deje de ser lo que conocía. Al parecer mucha gente pensó lo mismo de mí, algunos lo hicieron notar preocupados, otros en un tono que parecía reclamo. Realmente por más que quisiera no hubiera podido en ese momento hacer nada. Aun así agradezco a los amigos que estuvieron presentes.

Algo que me reprimía, que me reprime todavía, es saber que la vida no cambió sólo para mi. Por la misma razón, esa perdida tan enorme, hay muchas personas que están sufriendo más que yo. Personas a las que amo y que encuentran la forma de seguir. ¿Cómo puedo siquiera pensar que tengo derecho a sentirme así? Pero con derecho o no este dolor es mío y me paralizó por mucho tiempo.

He intentado todo para sanar, para mejorar, lo que sea para no seguir cayendo, pero a veces no logro convencerme… igual sin convicción lo sigo haciendo. Poco a poco y con esfuerzo voy mejorando, ya no es tan difícil estar bien. Pero algo es una realidad, jamás volveré a ser la misma, a pensar lo que pensaba incluso antes cuando pretendía conocerme.

Solía pensar que la vida era hermosa, y que era cuestión de buscarle el ángulo. Ahora creo otra cosa. Creo que lo que se planea no existe y todo lo que sí existe puede desaparecer en un segundo, lo que queda es poco; imágenes, música e instantes, muchas veces sólo recuerdos, que son fáciles de corromper, de rearmar, de reescribir sin querer, que se dañan con el paso del tiempo. Quizás con el paso del tiempo esa idea también sea sustituida, no lo sé. Lo que me queda por ahora es aferrarme a algo de mi que a veces creo que ya no existe y a tener un recuerdo en mis manos que quizás ayude a no olvidar.

Él era el mar y el muelle

Una vez él le dijo: “Lo siento cariño, pero desde hoy navegas sola”, en ocasiones ella recuerda esa frase y sonríe triste al pensar que es la única canción que él escribió para ella.

Mientras ella se aleja de la orilla, murmura: “Quise quedarme en tu muelle, quizás para siempre”. Había dado todo por él, al grado de mirar hacía la nada sin reconocerse, sin saber qué había pasado con lo que alguna vez había sido, por él había roto todas sus reglas.

Durante muchas noches las voces del viento la habían acosado paralizándola hasta en sueños: “¿Acaso él veía lo que ella daba por estar a su lado?, defendía contra su sangre su nombre en los labios”. “Él no podía ver más que su reflejo en la playa”. “Llegará el día en que tanto llanto desborde la marea”. Ya no sabía si ese muelle era su destino o un error al cuál se aferraba.

Su amor por él dormirá para siempre tranquilo en la playa, acariciado por las estrellas, la luna velara su sueño, el mar escuchará su latir. Pero ahora ella mira al horizonte, pensando si debe zarpar de nuevo, de alguna manera siente que carga con una maldición y que no habrá destino al que llegue sana y salva. Sabe que quiere partir, pero ¿quién cuidará del muelle cuando ella se vaya?, esa pregunta la detiene más que el miedo de morir en el océano desconocido y, ¿a él le da igual si ella naufraga en cualquier playa?

Él era el mar y el muelle, pero ella hace mucho tiempo navegaba sola.

Recuperando la Magia

Hoy por azares del destino me quedé sola, en ese café, que antes solía tener magia y me inspiraba a crear. Sin querer me encontré con tiempo para mí, justo enfrente de mi rostro, servido en esa taza de café medio vacía que quedó de una conversación entre amigos. Por un momento no pude verlo y tuve la intención de correr de nuevo a mis ocupaciones habituales, pero destelló y me hizo evidente su presencia. Pude percatarme de las voces lejanas de las personas que hablaban entre ellas pero que no me hablaban a mí, de la tranquilidad interna que empezó a embrigarme, de cómo los colores se volvían cada vez más dedicados a mí y cómo una sonrisa imperceptible se dibujaba en mi rostro.
Me levanté, a mi ritmo y no al de alguien más, y me invité a andar en aquellas calles que he deambulado tantas veces.
Me tomó algo de tiempo, no tener que justificar el caminar sin motivo, me decía mil pretextos, pero después de unos minutos lo dejé ir y comencé simplemente a caminar.

Esta ciudad me sabe tanto a ti, voy persiguiendo algún lugar que no tenga tu nombre, que no cargue tu recuerdo, realmente no sé si logré encontrarlo, han sabido acunarse en distintos recovecos y, al pasar es como si sobre ellos se proyectara una película de nuestras memorias… detonan universos de emociones, pero hoy no voy a llorar.
El sol de la tarde es el protagonista del cielo, sus rayos se filtran entre las ramas de los árboles, bañando algunas partes del suelo; me gusta ver mis pies pasar de las sombras a la luz mientras se me escapa el tiempo.
Con el permiso de esta tarde que me perteneces solo a mi, me topo momentos mágicos en la ciudad que siempre te ha parecido fea. En estas calles por las que no querías caminar, las casas a las que rara vez prestabas atención y la gente que está inmersa en su vida. Me cuentan cuentos de momentos para olvidar.
Y conforme el reloj avanza caminamos tranquilos y en silencio, la sombra de tu presencia que aún me acompaña y yo, dándole una tregua al pensamiento, al dolor, a los miedos, a tu voz. Recorriendo paso a paso este adiós, en el lugar que todo comenzó.  

Mi mente divaga de pronto y por corto tiempo te dejo de lado e imagino ¿qué sería vivir en esas casas? Me veo saliendo de alguna de ellas y corriendo al trabajo, llegando al caer el sol, mirando por la ventana mientras escucho música y mi gato se acurruca en mis pies. Me invento los nombres de los vecinos y su plática sobre “lo difícil que es encontrar estacionamiento y cómo la ciudad ya no es la misma que hace quince años”. Puedo incluso suponer el olor de las mañanas y los sonidos nocturnos, mi anticipación por la llegada de la primavera para ver florecer las jacarandas y mi alegría al descubrir todos los días la calle bañada de lila por sus flores al caer.
Pienso en cuántas veces saldría para seguirme sorprendiendo con el contraste a la vuelta de cada esquina, entre una avenida llena de personas, los callejones perdidos y solitarios que parecen existir en un momento congelado en el pasado.
Me escapo a un mundo que no existe con el pretexto de cada cosa que veo. No hay prisa, ni destino, puedo perder mi vista en todo y dibujar historias detrás de cada puerta mientras el sol se mueve en el cielo y las sombras cambian en el piso.
Puedo, si me concentro, sentir los latidos en cada parte de mi cuerpo, un pulso tranquilo y calmado que hace mucho no sentía; me hace sentir viva, de una manera muy diferente. Voy redescubriendo en mí un personaje ya conocido que quizás había olvidado.

Mis pensamientos fluctúan entre prosa y verso, en el pasado, el presente y lo incierto.
Las luces de las casas y los faros se van encendiendo al ritmo de la melodía que tomó por asalto mi cabeza horas atrás, se me eriza la piel.
Mis pasos me regresaron al caer la noche al mismo café, para ver la vela encendida y el florero de cristal sobre la mesa que tanto me gustaba ver, la nostalgia a veces duele y otras reconforta. Busqué mi pluma, para hacer justicia a los viejos tiempos y garabatear cada recuerdo de este día en una servilleta de papel.
¿Te conté que solía venir aquí antes de conocerte? Solía pensar que este lugar tenía magia, al parecer la está recuperando otra vez.