Recuperando la Magia

Hoy por azares del destino me quedé sola, en ese café, que antes solía tener magia y me inspiraba a crear. Sin querer me encontré con tiempo para mí, justo enfrente de mi rostro, servido en esa taza de café medio vacía que quedó de una conversación entre amigos. Por un momento no pude verlo y tuve la intención de correr de nuevo a mis ocupaciones habituales, pero destelló y me hizo evidente su presencia. Pude percatarme de las voces lejanas de las personas que hablaban entre ellas pero que no me hablaban a mí, de la tranquilidad interna que empezó a embrigarme, de cómo los colores se volvían cada vez más dedicados a mí y cómo una sonrisa imperceptible se dibujaba en mi rostro.
Me levanté, a mi ritmo y no al de alguien más, y me invité a andar en aquellas calles que he deambulado tantas veces.
Me tomó algo de tiempo, no tener que justificar el caminar sin motivo, me decía mil pretextos, pero después de unos minutos lo dejé ir y comencé simplemente a caminar.

Esta ciudad me sabe tanto a ti, voy persiguiendo algún lugar que no tenga tu nombre, que no cargue tu recuerdo, realmente no sé si logré encontrarlo, han sabido acunarse en distintos recovecos y, al pasar es como si sobre ellos se proyectara una película de nuestras memorias… detonan universos de emociones, pero hoy no voy a llorar.
El sol de la tarde es el protagonista del cielo, sus rayos se filtran entre las ramas de los árboles, bañando algunas partes del suelo; me gusta ver mis pies pasar de las sombras a la luz mientras se me escapa el tiempo.
Con el permiso de esta tarde que me perteneces solo a mi, me topo momentos mágicos en la ciudad que siempre te ha parecido fea. En estas calles por las que no querías caminar, las casas a las que rara vez prestabas atención y la gente que está inmersa en su vida. Me cuentan cuentos de momentos para olvidar.
Y conforme el reloj avanza caminamos tranquilos y en silencio, la sombra de tu presencia que aún me acompaña y yo, dándole una tregua al pensamiento, al dolor, a los miedos, a tu voz. Recorriendo paso a paso este adiós, en el lugar que todo comenzó.  

Mi mente divaga de pronto y por corto tiempo te dejo de lado e imagino ¿qué sería vivir en esas casas? Me veo saliendo de alguna de ellas y corriendo al trabajo, llegando al caer el sol, mirando por la ventana mientras escucho música y mi gato se acurruca en mis pies. Me invento los nombres de los vecinos y su plática sobre “lo difícil que es encontrar estacionamiento y cómo la ciudad ya no es la misma que hace quince años”. Puedo incluso suponer el olor de las mañanas y los sonidos nocturnos, mi anticipación por la llegada de la primavera para ver florecer las jacarandas y mi alegría al descubrir todos los días la calle bañada de lila por sus flores al caer.
Pienso en cuántas veces saldría para seguirme sorprendiendo con el contraste a la vuelta de cada esquina, entre una avenida llena de personas, los callejones perdidos y solitarios que parecen existir en un momento congelado en el pasado.
Me escapo a un mundo que no existe con el pretexto de cada cosa que veo. No hay prisa, ni destino, puedo perder mi vista en todo y dibujar historias detrás de cada puerta mientras el sol se mueve en el cielo y las sombras cambian en el piso.
Puedo, si me concentro, sentir los latidos en cada parte de mi cuerpo, un pulso tranquilo y calmado que hace mucho no sentía; me hace sentir viva, de una manera muy diferente. Voy redescubriendo en mí un personaje ya conocido que quizás había olvidado.

Mis pensamientos fluctúan entre prosa y verso, en el pasado, el presente y lo incierto.
Las luces de las casas y los faros se van encendiendo al ritmo de la melodía que tomó por asalto mi cabeza horas atrás, se me eriza la piel.
Mis pasos me regresaron al caer la noche al mismo café, para ver la vela encendida y el florero de cristal sobre la mesa que tanto me gustaba ver, la nostalgia a veces duele y otras reconforta. Busqué mi pluma, para hacer justicia a los viejos tiempos y garabatear cada recuerdo de este día en una servilleta de papel.
¿Te conté que solía venir aquí antes de conocerte? Solía pensar que este lugar tenía magia, al parecer la está recuperando otra vez.

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