Poco a poco

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La vida cambia por completo en un segundo. De un momento a otro todo lo que creemos, sabemos y tenemos puede colapsar, sin importar nuestra convicción. Yo solía pensar que la vida era hermosa, y que era cuestión de buscarle el ángulo para verla así. Es fácil creer eso hasta que la vida de verdad duele, hasta que no te deja respirar, ni pensar, llorar, caer o avanzar.

Es complicado siquiera pensar en compartirlo. Este último tiempo estuve mal. Sentí lo que jamás imaginé y deje de sentir lo que siempre pensé que era parte de mi.

El año pasado ocurrió algo que lo cambió todo, que destruyó cada una de las ideas románticas, baratas y tremendamente ilusas que tenía. En tres días, parte de mí cambió, se perdió por completo, se quebró como si fuera del cristal más frágil, como si yo fuera del cristal más frágil.

¿Después? Después de eso el tiempo se convirtió en una plasta insignificante e irreconocible, contrario a lo que fueron aquellos 3 días, que puedo describir y revivir por segundos. Fue caer en el hoyo más oscuro y más profundo de lo que jamás pensé que podría caer. Cada sentimiento parecía ser el equivocado, cada uno parecía querer torturarme, reír me parecía doloroso, inapropiado, vano y terriblemente falso. Llorar era inútil. Pretender que no pasaba nada era absurdo, porque estaba pasando todo y no podía ocultarlo. Sentí ira, como nunca la había sentido. Jamás había palpitado en mi pecho, en mi cuerpo entero un odio tan enorme, a decir verdad, creo que nunca había odiado.

“La vida es horrible”, era un pensamiento recurrente en mi cabeza, ¿el tono? Dependía del día o hasta de la hora. En ocasiones estaba rodeada de sollozos, otras, era una voz desgarrada, muerta de miedo, alterada, cansada, perdida. Aún la escucho esporádicamente, pero ahora la voz siempre suena resignada.

Simplemente dejé de reconocerme, porque deje de ser lo que conocía. Al parecer mucha gente pensó lo mismo de mí, algunos lo hicieron notar preocupados, otros en un tono que parecía reclamo. Realmente por más que quisiera no hubiera podido en ese momento hacer nada. Aun así agradezco a los amigos que estuvieron presentes.

Algo que me reprimía, que me reprime todavía, es saber que la vida no cambió sólo para mi. Por la misma razón, esa perdida tan enorme, hay muchas personas que están sufriendo más que yo. Personas a las que amo y que encuentran la forma de seguir. ¿Cómo puedo siquiera pensar que tengo derecho a sentirme así? Pero con derecho o no este dolor es mío y me paralizó por mucho tiempo.

He intentado todo para sanar, para mejorar, lo que sea para no seguir cayendo, pero a veces no logro convencerme… igual sin convicción lo sigo haciendo. Poco a poco y con esfuerzo voy mejorando, ya no es tan difícil estar bien. Pero algo es una realidad, jamás volveré a ser la misma, a pensar lo que pensaba incluso antes cuando pretendía conocerme.

Solía pensar que la vida era hermosa, y que era cuestión de buscarle el ángulo. Ahora creo otra cosa. Creo que lo que se planea no existe y todo lo que sí existe puede desaparecer en un segundo, lo que queda es poco; imágenes, música e instantes, muchas veces sólo recuerdos, que son fáciles de corromper, de rearmar, de reescribir sin querer, que se dañan con el paso del tiempo. Quizás con el paso del tiempo esa idea también sea sustituida, no lo sé. Lo que me queda por ahora es aferrarme a algo de mi que a veces creo que ya no existe y a tener un recuerdo en mis manos que quizás ayude a no olvidar.

Plegaria mal escrita

theheart

He pasado la noche viendo la llama encendida de la vela sin pensar en nada, apenas sintiendo…
Unas pocas chispas de vida se agolpan en mis venas, como un intento de avisarme que todavía sigue, pero sin darme la seguridad de que esto no es una fantasía, redundante y tormentosa, incluso mal escrita.

Se acabaron las preguntas, aún quedan rastros de la ira; el dolor y el vacío toman turnos para apoderarse de todo mi cuerpo, de todo mi ser.
Estoy cansada.

Pido dos segundos de paz y un botón de apagado. Un beso de la inspiración en los labios. Algunas risas que quebranten este silencio tan pasivo, tan frío, tan hiriente y tan sórdido. Suplico por un verso acompañado de música y esa mirada traída de Alaska que me consuela.
Pido por un suspiro más antes de caer rendida.
Una plegaria en mi nombre y un sueño tranquilo para los que luchan.
Regálame dos palabras, regrésame las alas aunque estén a medias, aunque estén quebradas; déjame ver si aun tengo fuerza y valor para seguir, o dime que se acaba y llévame por fin.
Suplico por un nuevo destello, que mi llama se acaba y la vela no se ha empezado a consumir.

Ilustración de Oddmaneuver

¿Qué harías?

Ya no sé ni qué hora es y el cielo está tan nublado que no me da ninguna pista.
Creo que me tiemblan las manos; debe ser por el frió…, sí, seguro es el frío.
Y ¿si te digo que tengo miedo? No sería nada, no deberías preocuparte, no deberías creerme, deberías seguir caminando y pensar que mis manos tiemblan, porque tienen frío.
Me siento inexplicablemente ligera, como si la gravedad estuviera huyendo de mi cuerpo; seguro es el aire, el viento tan fuerte y tan dolorosamente helado. Y ¿si te digo que tengo miedo, me creerías?, no deberías hacerlo, deberías sonreír levemente y tomarme de la mano para hacer contrapeso.
Tengo la vista nublada, como si toda la bruma del cielo se hubiese guardado en mis ojos; seguro es el sueño, el cansancio, estragos de mi insomnio. Pero, ¿si te digo que tengo miedo, qué harías?, deberías mirarme a los ojos y verlos tan nítidos como un lago claro, morderte los labios y decir entre dientes que te desespera mi lentitud al caminar, entonces apresuraría el paso y las nubes en mi visión se dispersarían.
Sigo sin saber la hora, no hay un solo indicio de nada en el día, camino leve a un lado tuyo y tú no me miras.
Y ¿si te digo que tengo miedo, que tengo un miedo terrible, un pavor inmenso, una inquietud paralizante?, ¿qué si te digo que me carcome el alma y que me duelen mis latidos en el pecho? ¿Qué harías si te digo que tengo miedo?