Hoy volvimos a morir

Hoy sus palabras y las mías se cruzaron entre ellas de nuevo.
Dos almas heridas hablando desde distintos lugares del dolor, ambos quebrados y moribundos, pero cada ser tiene distintas formas de morir.

Yo, yo sólo quería decirle que su dolor me hiere más que el propio, que daría las meditabundas noches de calma e inspiración que me quedan, a cambio de sanar las rasgaduras de su alma.

Él, él lanzó lágrimas disfrazadas de veneno a mi rostro, esperando no sé qué de mí. Asumió que yo estaba bien, mientras que él se sumergía en las aguas densas de la desesperación, sin saber cuál ha sido mi transitar en estos meses. Se dio el derecho de condenar los pecados que para él he cometido, de reclamar, de exigir dolor, de provocarlo, de disparar balas contra un pecho ya masacrado.

Yo, yo le reclamé todo el amor que sentí falto cuando estuvimos juntos, cada cambio que supliqué y él decidió hacer después de mi partida, reclamé incluso el tiempo que aún no llega y será de alguien más que aún no existe.
Quería decirle que odio la oscuridad que lo arrebató de mi vida, que le robó la luz, que me impidió limpiar sus lagrimas y abrazarlo cuando me necesitaba, pero no me quería.

Cada quién habló de sus huecos, cada quien sintiéndose víctima, cada uno sin percatarse de que las víctimas no usan armas.

Quería decirle que no he dejado de llorar en dos meses, quería decirle que me he refugiado en el alcohol y los desvelos, que me he aferrado a las risas de amigos para mentirme, aunque sea por momentos, y convencerme de que no estoy totalmente destruída, que ya no sé distinguir entre lo que le pertenece y lo que pertenece a mi alma, que hago un altar con sus recuerdos en mi memoria. Que he llegado a grados que no sabía que existían de dolor y, sólo pedí perdón y me retiré sin más palabras.

Hoy en este fuego cruzado de emociones, volvimos a morir.

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